La cultura como herramienta para reactivar la economía

Por Jorge Velázquez
Especial para BAE Negocios

Relatos Salvajes fue la película argentina que marcó un récord de espectadores: algo más de 4 millones desde su estreno en 2014. Pero ese no fue el único de sus mayores méritos desde el punto de vista del negocio audiovisual. Su éxito artístico y comercial también tuvo un correlato en la cantidad de gente que trabajó para lograrlo.





Desde los actores principales hasta el más novato de los técnicos, pasando por todas las áreas de producción. Para confirmarlo sólo basta con quedarse viendo pasar el largo listado de créditos al final de la película. Pero esto no sucede solamente con casos exitosos como Relatos Salvajes. Hasta la más humilde de las producciones audiovisuales representa una fuente de trabajo para muchas personas, más de las que aparecen frente a las cámaras. 

El del cine es quizás el ejemplo práctico más contundente -y por eso el más utilizado- del impacto que las actividades culturales pueden tener sobre la actividad económica. Es lo que ha transformado a estos sectores en las actuales “industrias creativas”, sobre las cuales los responsables de las políticas públicas depositan cada vez más expectativas en materia económica como generadoras de empleo. A la par del audiovisual, el software es otro ejemplo a destacar aunque tenga menos visibilidad. El sector está considerado como el único que tiene desocupación cero y enfrenta dificultades a la hora de cubrir vacantes. Y por eso hay iniciativas impulsadas entre el Estado y las empresas para la formación de recursos que permitan atender la demanda de mano de obra calificada que exige la actividad.

 “Mientras todos los sectores productivos están luchando por no destruir empleo, nuestra industria creó 3.400 puestos de trabajo en 2016”, dice Aníbal Carmona, presidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software. 

El sector audiovisual (cine y televisión), el software (incluyendo desarrollo de videojuegos y aplicaciones), las artes escénicas (danza y teatro), el negocio editorial, la música, el diseño, figuran entre las principales actividades culturales que mutan a ‘industrias creativas‘ cuando son vistas desde su potencial económico. Son sectores que vienen desempeñando un papel protagónico en las principales economías del mundo. Y en la Argentina tienen su correlato, aunque todavía interpretan un rol secundario. 

Según los últimos registros oficiales -elaborados por el Sistema Nacional de Información Cultural (Sinca), que depende del Ministerio de Educación- existen 400.000 personas a lo largo de todo el país que trabajan en forma directa en el ámbito de la cultura. Y se estima que hay más del doble de puestos de trabajo generados en forma indirecta. La mirada implica un cambio de paradigma, influido por el surgimiento de las nuevas tecnologías de la revolución digital que -entre otras cosas- cambió por completo las formas de consumo cultural. 

La propia internet sufre una transformación: ya no es sólo vehículo de entretenimiento y consumo sino también una herramienta de producción. Ahora la nueva economía no se piensa exclusivamente desde la cartera de Hacienda sino también desde las oficinas de Cultura. Esto implicó una reformulación de la interacción entre economía y cultura, y puso a los protagonistas frente a la necesidad de crear herramientas nuevas que favorezcan las perspectivas de desarrollar esas potencialidades. 




“Industrias creativas y economías creativas son conceptos que pertenecen a una familia de temas que gira alrededor de la idea de trabajar para promover a los sectores que tienen el talento como insumo principal”, explica Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad del Ministerio de Cultura de la Nación.

Lo que refiere Avogadro es el punto en común que distingue a las industrias creativas: el origen de un proyecto no está asentado en el capital que busca reproducirse sino en una idea que busca desarrollarse, es decir que el valor está puesto en los intangibles, determinados a partir del talento personal de los individuos que las impulsan.

Sobre este punto, el empresario Carmona destaca que en el software el talento local cotiza globalmente: “El elemento clave para ganar mercados es la calidad y la formación del talento argentino. Es tal la guerra que hay en el mundo por el talento que el que quiera competir por precio se va tener que convertir en el más barato del mundo. Y competir con la India es muy difícil”.

“En los países más avanzados la economía creativa está liderando el crecimiento económico, el empleo y el comercio. La economía creativa del Reino Unido es responsable de 1 de cada 5 empleos en Londres. Dinamarca es otro ejemplo notable, donde la economía creativa representó el 5,3% del PIB, proveyendo el 12% del número total de empleos y representando el 16% del total de exportaciones. Otro ejemplo es Ámsterdam. En la capital holandesa las industrias creativas emplean al 7% de su fuerza de trabajo, contribuyendo con el 4,5% del valor total agregado generado por la economía de la ciudad”, precisa en un informe de su autoría Edna dos Santos-Duisenberg, líder del Programa de Economía e Industrias Creativas de la UNCTAD. 

Publicado originalmente en el diario BAE Negocios @jorgelvelazquez

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