Mariano Loiácono: "Mezclar chacarera con improvisación no es jazz"


Por Jorge Velázquez


De la Argentina a los Estados Unidos. De Córdoba a Nueva York. Este es el recorrido geográfico que Mariano Loiácono hizo en sus jóvenes 37 años desde que nació en Cruz Alta y con apenas 12 años sopló por primera vez una trompeta. Cumplió el sueño de llegar a la meca del jazz. Más aun, logró codearse con varios de sus músicos más admirados. Algunos de ellos participan ahora de su nuevo disco, el sexto de su carrera, que fue grabado íntegramente en los Estados Unidos.




Los amigos neoyorquinos que Loiácono sumó a su proyecto en el set de grabación fueron el saxofonista George Garzone, el pianista Anthony Wonsey, el contrabajista David “Happy” Williams y Rudy Royston en la batería. Con ellos dio vida a Vibrations, el disco que está presentando ahora en Buenos Aires (cuatro conciertos en Bebop Club, San Telmo, los días 22 y 23 de febrero).

Por razones de agenda no podrán ser parte de la gira argentina Garzone ni Williams. Pero sus reemplazantes también vienen desde Manhattan y gozan de un frondoso prontuario musical: Ron McClure (contrabajo) y Antonio Hart (saxo).

Pero su certero recorrido geográfico también es estético. Eligió apostar a la pureza del género. Se formó en la música clásica. Una década después eligió asentarse en el jazz. Y no por casualidad, Loiácono rescata un nombre por encima de todas sus influencias musicales. “Hay muchos trompetistas que admiro. Pero hay uno que estuvo siempre presente para mí, Wynton Marsalis. Porque yo empecé a tocar música clásica y me maravillaba escuchando sus grabaciones clásicas. Después, cuando incursioné en el jazz también me encontré a Wynton. Si tuviera que elegir a mi héroe musical, sería él”, explica en una conversación con este diario.

Es que Loiácono, al igual que Marsalis, tiene preferencia por el sonido más puro. Por la identidad única del jazz, esa que lo hace ser uno solo en todo el mundo. “Cuando escucho hablar de un jazz argentino, no se a qué se refieren. Si se trata de algo que mezcla un ritmo de chacarera con elementos de jazz o improvisación, puedo decir que eso no me gusta. Es una fusión que está lejos del género jazz”, sentencia con tono seguro.

Reconoce igual que cada músico tiene una impronta propia al momento de ejecutar su instrumento. Una identidad que lo hace reconocible y que lo ha puesto en el lugar de ser el músico argentino de jazz más solicitado y elogiado de la actualidad. Sobre esto, Loiácono comenta: “Puede ser, creo que logré un sonido propio. Me lo comentó hace poco Antonio Hart y también Dave Douglas en algún momento. Quizás el hecho de ser argentino influya mi forma de tocar. Pero eso no significa que haga jazz argentino”.

De hecho, se siente cómodo cuando los críticos enrolan su música en el hardbop: “Sí, es correcto. Y más precisamente en lo que en Nueva York llaman el neo hardbop, que engloba aspectos de esta corriente en los años 60 y 70, más moderno, con rubato, con elementos más free”.

También en su papel de compositor y arreglador, Loiácono despliega en “Vibrations” tres composiciones propias (“Bluescycle”, “Waltz for my Hero”, “Vibrations”), una de George Garzone (“To Michael Brecker”) y una de Freddie Hubbard (“Dear John”). Cierra el standard “You don´t know what love is”.

Para los conciertos porteños en Bebop tiene previstas además algunas sorpresas: “Vamos a tocar los temas del disco y alguna música que me hizo llegar Ron McClure y que me gustó mucho. Y voy a sumar otras dos composiciones mías, una de un disco anterior y otra que será un estreno, un tema nuevo que compuse hace muy poco”, anticipó sin más detalles. Sus palabras de despedida van dirigidas al público local: “Creo que Vibrations ha sido un paso fundamental en mi trayectoria. Estoy muy contento y esperando que la gente en Buenos Aires pueda disfrutar de esta música que grabamos a mitad del año pasado en Nueva York”.

Nota publicada originalmente en Ambito Financiero del 19 de febrero de 2019

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