Concierto de George Garzone en Bebop: el espíritu de Coltrane visitó San Telmo

Por Jorge Velázquez


El espíritu de John Coltrane merodeó este fin de semana por San Telmo. El viernes estaba ahí, en la primera fila de asientos del Bebop Club, escuchando concentrado y con la mirada encendida el concierto de su compatriota y colega saxofonista George Garzone (fotografía de Laura Tenenbaum).





"Trane" no pudo menos que sonreír y acompañar el ritmo con un movimiento de cabeza cuando el quinteto de Garzone atacó con el "charararará, charararará" de Blue Train. Fue apenas el principio de una noche exquisita, con una hora y media de música magistralmente interpretada por el veterano maestro estadounidense y la banda de artistas argentinos que lo acompañó. Belén López (contrabajo), Mariano Loiácono (trompeta), Eloy Michelini (batería) y Leo Genovese (piano). Un seleccionado de jóvenes músicos capaz de jugar de igual a igual cualquier mundial.

Trane sabía de antemano que valía la pena olvidarse un rato de Nueva York y correrse a Buenos Aires. Sabía que Bebop celebraba su cumpleaños número cuatro, y lo hacía como el club más neoyorquino de esta ciudad que queda lejos de todo, sin que eso signifique estar alejada de todo. Hay que bajar a un subsuelo para meterse en la penumbra acogedora de Bebop. Atravesar los cortinados rojos que se contagian de la pasión de los artistas que salen de las bambalinas. Los mayores próceres del jazz acompañan desde las fotografías que visten las paredes. Se los puede reverenciar según la preferencia de cada uno.

Después de un rato, la magia de la improvisación -en la cual Garzone sobresale indiscutiblemente entre sus pares de todo el mundo- transformó el tren azul en otra cosa. Le había dado colores nuevos, había atravesado otros paisajes, y cuando llegaba a la estación final quien saludaba a Trane era Juanita "Naima" Grubbs, aquella que había sido su esposa y lo inspiró para componer esa balada en 1960.

Garzone es un confeso admirador de Coltrane. Lo refleja en la elección de su repertorio y en la forma de tocar el saxofón. Pero le suma su propia coloratura. Porque Garzone es hijo de italianos y creció escuchando a su tío tocar el saxo en la cocina de la pizzería familiar, allá en Boston, donde nació en 1950. "Tutti italiani" es una de sus composiciones propias que interpretó el viernes. Y también es la broma que se permite Garzone ante el público porteño cuando repasa su apellido, y también Genovese, Michelini.

El maestro de Berklee demuestra que el mejor tributo que se puede hacer a los ídolos como Trane, no es sólo reversionarlos sino mostrarles hasta dónde puede llegar el talento propio, original, alimentado por el legado de los que estuvieron antes. Esta es también una de las lecciones que Garzone ofrece a sus estudiantes, entre los que figuraron nombres ahora célebres como Branford Marsalis, Joshua Redman y Danilo Pérez. Trane, como todos los que están ese viernes en Bebop, tienen las palmas rojas de tanto aplaudir. Los músicos se destacan en los solos, pero también cuando el quinteto se ensambla, sólido y potente, en cada arranque. Garzone despliega su arte de improvisar en torno de más música de Coltrane y otros temas propios, como el que compuso para su amigo Michael Brecker.

En otro momento rescata "Hey, open up", que es un caballito de batalla que suele tocar con The Fringe, el trío de jazz que mantiene desde los años 70. Trane también disfruta de la experiencia de Bebop. Alguien le contó que además de la música, pasan muchas cosas en ese sótano de la calle Moreno. Sabe, por el propio Garzone, que Buenos Aires es una ciudad que enamora. Como quedó enamorado en su momento el saxofonista de Puerto Rico Miguel Zenón de los carritos de la Costanera, frente al Aeroparque, donde probó por primera vez un choripán.

Trane se conforma con estar allí sentado, aunque piensa lo bien que le vendría una medida de bourbón de Kentucky. Vuelve su atención a lo que pasa en el escenario y aplaude a Garzón y su quinteto que se despide hasta la noche siguiente. El resto de los mortales, que sólo podemos imaginarnos a Trane, también aplaudimos al maestro Garzone, lo que es una buena manera de aplaudir eternamente a Trane.

Nota publicada el martes 27 de marzo de 2018 en Ambito Financiero

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